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RETRATOS DE LOS ARTESANOS
MEJOR APRENDIZ DE VIDRIERO DE FRANCIA
JOHN CREMEL
El reto del oficio de vidriero consiste en vigilar de cerca la temperatura del material. Tanto si el cristal se toma con una barra de hierro o una caña para recoger la cantidad de material adecuada, como si se le da forma, todo depende de unos grados. Si el cristal se enfría demasiado, se rompe; si está demasiado caliente, no se puede trabajar. ¡Hay que forjar la mente porque es un trabajo muy exigente! El cristal es algo vivo, cambia de aspecto día tras día. Se necesitan años de práctica para cogerle el truco y sacar partido de los gestos delicados e intuitivos. Cuando veo el cristal fundido fluir como la miel, y transformarse en jarrones, maneki-neko, ramas de lámparas de araña, joyas y prismas facetados, me doy cuenta de lo excepcional que es trabajar en Baccarat, la principal empresa de cristal del mundo, con un increíble número de sus profesionales entre los Mejores Artesanos de Francia. Gracias a ellos, con el tiempo, pude perfeccionar mi técnica, ganar fluidez y armonía, hasta que creé mi propia firma. Aunque llevo conviviendo con el cristal desde los diecisiete años, decir que manipularlo me ha enseñado paciencia y constancia es quedarse corto. En Baccarat, lo que siempre destaca es el colectivo: cada día, con mis compañeros vidrieros, y sin decir ni una palabra, coordinamos perfectamente nuestros gestos para producir esta coreografía.
© Trafalgar Maison de Portraits & Romain Chambodut